Monday 26 November 2007

Tržnica (Mercado) - Kolya II

Kolya había aparcado su viejo coche azul sobre el pavimento, demasiado liso, tanto que casi le hizo resbalar. Mientras anudaba la lona gastada, sus sandalias habían hecho un falso movimiento. Estaba convencido de que habían sido sus malditas sandalias, no sus pies. La mañana en el mercado no le había reportado gran beneficio. Cierto es que comerciar con cebollas no supone un margen comercial óptimo - pensaba - pero ya nadie quiere comprar cubos de zinc. Otra vez era el último en recoger pero no le importaba. Nadie le esperaba en casa. Los gatos del solar ni siquiera eran suyos, ni siquiera se pertenecían a sí mismos, no eran más que criaturas caprichosas de la naturaleza, ¿quién tendría si no, imaginación suficiente para inventar un animal así?. Estos y no otros eran sus pensamientos. Él mismo bostezaba y se estiraba ahora como un gato. Estaba cansado. Se puso de cuclillas y sus meniscos rechinaron en un mohín arcaico. Contempló un instante el segundero de su reloj, giraba en el sentido correcto. Deseando no ser observado se rascó hábil y concienzudamente el trasero y avanzó unos pasos. Volvió a rascarse. El mercado olía mal. Aproximadamente a esa hora siempre entraba en una pequeña crisis. La falta de apetito que le acompañaba durante la mañana le jugaba una mala pasada, y era justo entonces. Medio mareado alternaba mordiscos de una cebolla y un mendrugo de pan.
Apenas he sacado en limpio sesenta kunas pero qué más da. Necesito algo de compañía. Hace mucho que no huelo el perfume de una mujer. Mañana quizá no desayune pero al menos hoy sé que dormiré abrazado, aunque sea un abrazo fingido. No podré comprar el cariño pero si puedo comprar la compañía y Masha ya me conoce. No será como la primera vez, ni como la segunda. Parece que nos conocemos desde siempre. Antes era un desahogo físico, ahora sigue siendo un desahogo, pero espiritual. No es que el placer se haya sublimado, más bien es que la soledad siempre estuvo allí, agazapada, y por fin le veo la cara. Ya no la temo porque la conozco. Iré a compartirla con ella. Qué se puede hacer en una ciudad portuaria donde las calles huelen descaradamente a pescado. Libertad es no tener que elegir así que soy libre, no elegí estar solo. No lo seré esta tarde hasta que el vaho de Masha consiga calentarme por unos instantes. Porque tengo elección y no sé alejarme. Me acerco al puerto y observo el mar. Eso me preocupa, sentir la libertad al masticar burek sabiendo que no hay nada más y, sin haber amanecido aún, arrancar este viejo diesel corroído por el salitre.
Una ráfaga de brisa estival refrescaba su cara tostada y enjuta. El paseo marítimo no lo conduciría a ningún sitio en particular. Se dejaba llevar por sus sandalias, imperceptiblemente, como la resaca del agua le hubiera llevado mar adentro, lejos de la costa del Adriático. El fluir de las corrientes cálidas, las imágenes poéticas que recrea el elemento líquido, sin ser consciente, le sosegaban. Todo lo que tiene de femenino y maternal el agua, esa palabra tan rica e insípida al mismo tiempo puede tenerlo de violento. Y, sin embargo, ahí estaban, el agua y sus sueños desvanecidos, las aguas y el olvido. Definitivamente se había olvidado de sí mismo. Si una orquesta tocara una sinfonía y nadie estuviera allí para oírla, ¿sonaría?. Kolya era una canción que nadie bailaba y no por ser triste, porque la tristeza conmueve y Kolya no movía el ánimo. Kolya era una canción que no sonaba nunca, o mejor dicho, que nunca fue cantada.


10 comments:

Anonymous said...

Es genial Javi, a ver cuando te decides a escribir algo que no se nos quede en tan poco a los que los leemos.
La primera edición dedicada no?.

Miriam G. said...

Me ha encantado Loco, mucho, pero si te cuento lo que me ha pasado. He leído, la libertad es no tener que elegir, y he pensado ¡coño! como me suena y he tardado un poco en darme cuenta, si te llego a tener cerca te doy un achuchón. La aseveración te da muchas gracias por lo que has hehco por ella..

Un beso, Miriam G.

Miriam G. said...

¿Javi te llamas Javi? ¿Puedo llamarte Javi?

Un beso, Miriam G.

Higronauta said...

¿La pega? Que no halla podido leerlo tranquilamente en el sofá de casa con una copa de vino en la mano.

Para la próxima, avise e imprimo ;)

el loco oficial said...

anonymous: Le dedicaré la próxima edición de mis obras completas tan pronto sepa a quién he de dedicarsela ;) Un saludo. El loco oficial.
Miriam: quién es aseveración? (de nada aseveración :) ). Me alegro de que te haya gustado.
Maese: bueno, puede usted imprimir Debaser (Kolya I) o cualquiera de esos que aparecen en la etiqueta "short story". Gracias por el cumplido, sobra decir.

el loco oficial said...

Por cierto Miriam, qué lujo que me dedique un topic en el foro de manzanas azules!

Anonymous said...

No me llames de usted que tenemos la misma edad!!!!
Ya te enterarás de quien soy, aunque te advierto que si piensas un poco lo adivinas. Después de todos nos conocemos hace muchos años.
Sigue así!!!

Marisabidilla said...

Por favor dígame que cocina mal, que se saca los mocos en público, que piensa que Airbag es una obra maestra del cine español... Dígame algo que me impida pensar que todo lo que usted hace, lo hace tan maravillosamente bien como escribe.


Me pongo en cola para que me dedique el libro.

el loco oficial said...

Vaya! pues cocino bien, ayer hice unos gnocchi deliciosos ;)
Gracias por el halago/elogio pero como todas las personas de este mundo hay muchísimas cosas que hago mal, eso como que dos y dos son cinco, digo cuatro (vé, sumar tampoco es mi fuerte :P)

Anonymous said...

Me gusta casi todo lo que escribe, pero encuentro que donde mejor luce su prosa es en estas historias cortas, que le permite mostrar su creatividad a la par que sus múltiples conocimientos.

El texto es hermoso, bien estructurado y creador de atmosfera. Casí huele a pescado podrido de puerto del adriatico. A ello sin duda contribuye la mágnifica imagen que ilustra el contenido y que muestra esa enorme cantidad de cebollas, que hacen llorar como la tristeza que se desprende de leer la historia de un hombre solo, que ni siguiera posee los gatos a los que alimenta, y que busca el sexo de pago más por el calor de un abrazo fingido, que por el húmedo placer.
Son especialmente hermosas sus descripciones de la soledad absoluta y de la libertad absoluta. Es dificil, muy dificil decirlo de forma más rotunda con menos texto.
Siempre pense que las grandes verdades, como los perfumes y las esencias, precisasn de recipientes minusculos.
Este relato es una pequeña joya poética. Espero que siga la jadrolínea... y nos deleite muchas veces con paisajes del adriático.

Sublime