Saturday 8 December 2007

UNTITLED I

Corría por el parque calle abajo cuando tropezó. Un rayo de sol le zumbaba en los oídos. La hierba olía a queroseno fruncido. Sus rodillas estaban magulladas y marchitas de colgajos de carne. Se levantó. Volvió a tropezar. Dos nubes rosas de algodón dulce de feria se introdujeron en sus fosas nasales. Le hicieron estornudar. A lo lejos se oía aullar una sirena un tanto famélica, más bien parecía el ruido sordo del motor de un viejo avión. Dudaba si sería un Mustang, o tal vez un Spitfire. Era aliado, de eso sí estaba seguro.
¡Cuerpo a tierra!. Una lluvia continua de chocolatinas, metralla un tanto empalagosa, le abrió un agujero en sus cuartos traseros. Por si no tenía suficiente con su orificio natural. Qué desazón. Aquello ardía. Abrió un sobre rojo e introdujo una piruleta en el polvo analgésico. Chupó dos veces. El dolor parecía remitir. El sol se había puesto y con él, el rayo zumbón. Cabizbajo avanzó en dirección al granero. Tuvo que apartar a puntapiés una vaca que yacía patas arriba riéndose con los ojos fuera de las órbitas. Vaya - pensó - Hace un momento el lunático estaba sobre la hierba y aún me gotea este líquido viscoso. Puag!. Odio el sabor del queroseno. Agarró una de las tetas del bovino y hábilmente se sirvió un casco de leche. Para qué otra cosa mejor podía usarlo. La vaca había dejado de reírse. Ahora le miraba pidiéndole una explicación. No seas asquerosa, vale? - nunca había sermoneado antes a una vaca - Deja de mirarme, quieres?. Me pones nervioso. El animal relinchó, tenía unos belfos enormes, deformes y tres dientes, sólo tres, perfectamente colocados, dos incisivos y un canino, formando entre sí angulos de pi tercios radianes. Gundemaro Suinthila se palpó los bolsillos, extrajo unas hebras de Golden Virginia y con el ticket de metro se lió un pitillo. Apartándose un tanto, con ayuda de un teodolito fabricado en la galaxia NGC 4123, excudriñó a su alrededor, oteando el horizonte. Todo estaba en orden, nada por lo que preocuparse. Reinaba la anormalidad.
Recordó que tenía que llamar a su chica. En ese momento su móvil hizo una pirueta. Hacía años que las acrobacias, piruetas y otros trucos dignos de los mejores contorsionistas del circo Chipiwini habían sustituido el incómodo vibrador. No estoy de acuerdo - dijo -. Ah perdona, que aún no me has preguntado nada - fue todo lo que se atrevió a mascullar. Su pequeña Woyzeck importunándole con naderías. No se daba cuenta de que estaba trabajando. Estaba sirviendo a su país. Le había dicho que la llamaría, en cuanto tuviera un minuto. Todavía debía encontrar las tres centrales de distribución eléctrica y marcarlas con su rotulador verde fosforescente. Las bombas de grafito no podían fallar su objetivo. El teniente Poppycock, su superior, se lo había dejado bien claro. Estaba chinado. Un auténtico "Screwball caught with his pants down" , oriundo de la parte norte de Medopersia. Para colmo sus padres le bautizaron con lo primero que se les vino a la cabeza. Peor, con lo primero y último que escuchaban cada día, el título de una canción de Blurt. Metódicos, aquejaban un fuerte TOC (trastorno obsesivo compusivo), que, afortunadamente, heredó su hermano, el corneta del séptimo ejército de arcilla. Se me había olvidado comentarles que en los siglos que corrían, o volaban, las fuerzas del ejército se habían optimizado, reduciendo el número de tropas considerablemente. La capacidad de maniobra era enormemente mayor, su versatilidad, pasmosa. Existían dos divisiones, las tropas de arcilla, las que antiguamente eran el ejército de tierra y la marina, ahora fusionadas. Y las tropas gaseosa, el anteriormente llamado ejército del aire junto con algunos almirantes retirados.
¿por dónde íbamos? ah sí!, Gundermaro dio un respingo. En su ensimismamiento no había advertido que su cigarrillo se había consumido completamente y una pavesa estaba ensañándose con la uña de su pulgar, que si bien era dura de melones, no era, ni mucho menos, inífuga. Había adquirido un aspecto tornasolado.

To be continued.....

9 comments:

Marisabidilla said...

¡Hala! y nos deja así, con la intriga. Haga el favor y no se demore en poner la próxima entrega.

Quiero un móvil que haga piruetas ¡ya!

el loco oficial said...

Mari: si se ha fijado en la etiqueta que acompaña al post, que es nueva por cierto, se refiere a escritura automática, lo que me vino a la cabeza lo fui escribiendo sin pensar...y salió eso...esperaré una inspiración parecida que pegue como segunda entrega...

Higronauta said...

Esa simbiosis entre tierna infancia golosinera y belicismo me ha maravillado. Y lo de la tropa gasesoa, ni le cuento. Me ha recordado, en parte, al reino del Bom Bom de san Aguilé. Aunque, lo más probable es que sea puro delirio fanático por el Maestro.

Marisabidilla said...

Madre mía, y dice usted que lo escribe sin pensar?? Pues el día que se ponga y escriba con premeditación le sale a usted un Best seller, oiga

Miriam G. said...

¡Cuantísimo para leer! ¡Que bien! Esta noche te comento.

Un beso, Miriam G.

Achiperre said...

Me gusta mucho cuando escribes así. Pero eso ya lo sabes...
voy a por la 2º parte.. a ver si cojo algo!.. ja ja

Miriam G. said...

¿Todo esto sale solo? No me lo creo.

Un beso, Miriam G.

el loco oficial said...

Ten fe Miriam, ten fe.

Anonymous said...

La estrategia del pensamiento automático es estupenda. Da lugar lógicamente a textos caóticos pero brillantes: Yo tambien quiero beber leche de vaca en casco y luego dialogar. NO se porque los ojos de vaca me resultan levemente oníricos. Las metaforas y los adjetivos, la geométrica descripción de los dientes de la vaca. Y la crítica subyacente a la estupidez de la guerra parodiada ferozmente...

Felicitaciones. Es realmente genial.