Wednesday 27 February 2008

LORD OF THE RINGS


Acabo de hacer esta foto. En realidad tengo que escribir uno de esos micro-ensayos con unas ideas que estoy madurando sobre "el arte" (fotografía, cine...), inspirado por el último vídeo del Dr.Zito, por una exposición de pintura, por algunas películas...por la lectura de algunos libros...y sobre todo como catarsis impermeabilizadora frente a pasadas y futuras invectivas. El problema es que he estado perreando durante toda la semana, como hacía eones, y me ha sentado de lujo....música, música, más música, cómics y más cómics...
Pero parece que la pereza está remitiendo je!

Friday 15 February 2008

ZORBAS

Zorbas sólo pretendía desleírse en la masa de pita, sin dejar grumos. Con algunas dificultades compró un pastel tradicional de espinacas y queso y un frappé. La temperatura era agradable, lucía un sol expléndido. Aquella luminosidad era terrible para conseguir buenas fotos. Un pie detrás de otro y en unos pocos pasos estaba sentado al lado de una turba humana, viendo dar vueltas la aguja de su reloj, sin mirarlo, en aquella plaza, Omonia, mucho más popular que Kolonaky, donde los nuevos artistas griegos, la nueva aristocracia griega del S.XXI, los nuevos yuppies iban a ver y ser vistos.
Aquí, sin embargo, aún en esas fechas, Zorbas se mantenía al margen del turismo que torpemente revoloteaba en las inmediaciones del McDonalds de la plaza Syndagma. Qué compartía Zorbas con los griegos? Ahora más bien nada, en otra época un alfabeto, que usara hábilmente en la demostración de teoremas y años después se atreviera a balbucear antes de que la megafonía anunciara la siguiente estación de metro.
No le costó demasiado trabajo llevar a cabo sus propósitos. Consideró que Zorbas sería un nombre apropiado con el que ser bautizado en sus 4 días de ostracismo. En la antigüedad, para que alguien fuera condenado a este tipo de destierro, hacían falta muchos votos. A él le había bastado un billete de avión y un hotel, el Aristóteles, a escasos metros de allí.
Había pasado la mañana paseando por el puerto del Pireo, escuchando atentamente a los lugareños preguntarle cosas que ignoraba, básicamente porque no entendía su idioma. Se daba por satisfecho, era lo mejor que le podía pasar, ser tomado por uno más, "el griego Zorbas", que comía Gyrós, bebía frappé, brindaba con Ouzo y al que ofrecían dulces en las iglesias ortodoxas. Recordando estos detalles en su último día en Atenas, sonreiría una vez más al escuchar a las prostitutas ofrecerle sus servicios camino de su hotel. Un matrimonio de ancianos se sentó en los asientos contiguos al suyo, ya llegando a la última estación, Kifissia. Avenidas sombrías, barrios obreros, estudiantes yendo y viniendo, y un griego de adopción prematura y volátil.