Lo confieso, pero no sé decir que no. Son estupendas, cada una a su manera, y les tengo que dar el mismo cariño, concederles los mismos caprichos. Me tienen agotado. Además, ahora, con este frío, el calentamiento es más largo, los prolegómenos parecen no terminar nunca. He oído que ciertos actores beben mucho zumo de tomate, que incrementa su potencia artística y estoy pensando hacer una dieta rica en betacaroteno y vitamina C. Últimamente, con tanto ejercicio, me siento alicaído.
La rubia tiene una voz más cristalina mientras que esa morenaza a la que parece que se le ha corrido el rimel - ¿observan su cuerpo veteado? - a veces parece cantante de blues, con esa voz aguardentosa, que si no ecualiza bien parece un camionero. Aún así me resulta sexy, me atrae. Cada una tiene su momento de gloria.
Lo peor es cuando se empeñan en que lo hagamos a horas intempestivas. Yo les digo que no puede ser, que una por lo menos es demasiado eléctrica y grita mucho y que los vecinos tienen niños pequeños. No hay manera con ellas. No sé si es su condición de ninfómanas, la mía de sátiro o que me falta asertividad. En el fondo debo de ser un calzonazos. El caso es que cuanto más las acaricio, más las toco, más me gustan. Temo cuando se ponen exquisitas y quieren probar nuevas posiciones, nuevas afinaciones. Me piden que las toque con más garra, o con más delicadeza. A una se le antoja un rock sureño, a la otra una cancioncita celta, en fin... Me están robando demasiado tiempo; tengo que trabajar, tengo que escribir en el blog, tengo que hacer algo de deporte, en definitiva, tengo que vivir. No quiero herir sus sentimientos, ni que mi condición, mi masculinidad, quede en entredicho. Les he pedido algo de tiempo, quiero meditar sobre nuestra relación, pero no son comprensivas. Y eso que las tengo como princesas, ya quisieran muchas, a una le compro pedales monísimos, a la otra le regalé por su cumpleaños un humidificador para que no se le reseque la garganta en verano. Les cambio las cuerdas con frecuencia. !Pues no hay manera leñe!
La rubia tiene una voz más cristalina mientras que esa morenaza a la que parece que se le ha corrido el rimel - ¿observan su cuerpo veteado? - a veces parece cantante de blues, con esa voz aguardentosa, que si no ecualiza bien parece un camionero. Aún así me resulta sexy, me atrae. Cada una tiene su momento de gloria.
Lo peor es cuando se empeñan en que lo hagamos a horas intempestivas. Yo les digo que no puede ser, que una por lo menos es demasiado eléctrica y grita mucho y que los vecinos tienen niños pequeños. No hay manera con ellas. No sé si es su condición de ninfómanas, la mía de sátiro o que me falta asertividad. En el fondo debo de ser un calzonazos. El caso es que cuanto más las acaricio, más las toco, más me gustan. Temo cuando se ponen exquisitas y quieren probar nuevas posiciones, nuevas afinaciones. Me piden que las toque con más garra, o con más delicadeza. A una se le antoja un rock sureño, a la otra una cancioncita celta, en fin... Me están robando demasiado tiempo; tengo que trabajar, tengo que escribir en el blog, tengo que hacer algo de deporte, en definitiva, tengo que vivir. No quiero herir sus sentimientos, ni que mi condición, mi masculinidad, quede en entredicho. Les he pedido algo de tiempo, quiero meditar sobre nuestra relación, pero no son comprensivas. Y eso que las tengo como princesas, ya quisieran muchas, a una le compro pedales monísimos, a la otra le regalé por su cumpleaños un humidificador para que no se le reseque la garganta en verano. Les cambio las cuerdas con frecuencia. !Pues no hay manera leñe!
10 comments:
Tenía usted razón, señor loco... jajaja me mola muuucho este post. Mucho, mucho. Y su guitarra también, pero sólo la eléctrica, porque con las acústicas nunca tuve mucho trato. (Por cierto que ya era hora de que nos conociésemos...)Nada, le dejo que no tengo mucho tiempo. Luego si eso me vuelvo a pasar por aquí, bss.
¡Qué retraso llevo loco! Y esta semana vuelvo a estar encerrada en un sótano. Esta noche te leo.
Un beso, Miriam G.
Llámeme clásico pero un servidor prefiere a la española, que cuando besa lo hace de verdad (y a ninguna le interesa besar por frivolidad).
Yo tuve una léstrica zurda que nunca aprendí a afinar; no se hubiera notado la diferencia, por lo demás: Dios repartió oidos y repartió orejas; adivinen qué me tocó. Luego trasteé con un bajo diestro que tocaba al revés; total, de cuerda en cuerda y de traste en traste... Bueno,vale, no usaba más de una cuerda. Tampoco es que usara muchos trastes. Con la bataca me iba mejor. Si no fuera por la dislexia, el parkinson y mi arritmia incurable. Estoy segura que, de haber seguido en esto de la música, hubiera llegado lejos.
Me parece más bonita las eléctrica , pero me gusta más el sonido de la acústica.!...
de toas formas..no creo q tenga alguna nunca...pero es algo que siempre tendré pendiente... ysi no... al tieMPOo!..
me gustaría algún día escucharte tocar...
joe tio, que mierda de dia...
theysa: me alegra que le guste.
miriam: qué putada lo del sótano. Tómatelo con calma. Ya sabes que en mi blog no te perderás nunca algo interesante.
Maese: en ese punto coincidimos casi de todo.
Perse: y por qué no probó usted con unas maracas al estilo de Tito Puente? :P
achiperre: mejor que no me hayas oído tocar, el día hubiera sido peor, seguramente hoy llueve porque ayer toqué.
Pero a usted ya le gusta, ya... :)
Yo tenía una rubia, pero yo no era su tipo. Por más que intentaba acariciarla con suavidad no había manera. Comprendí que en mis manos no era feliz, que sólo se sentía realizada cuando los dedos de mi cuñado tocaban su cuerpo y no puede negar la evidencia. Ahora los dos viven juntos y comen perdices.
No tienes que elegir.
Un beso, Miriam G.
Hubiera quedado mejor, con el texto colocado al principio, para fomentar la confusión y la ironía y una especie de telón que al final desvela las fotos.
Post a Comment