Toronto, 3:57 a.m. La última rata azul cae fulminada sobre los railes. Llueve mientras los relámpagos iluminan los suburbios industriales. Unas zapatillas de skate avanzan hacia la puerta metálica de un garaje que poco a poco se abre en un chirrido ahogado. Los vaqueros raídos siguen a las zapatillas. Dentro, las rayas blancas de la sudadera brillan bajo la luz de neón. El olor rancio del sudor se mezcla con el del oxiacetileno. Las botellas del soplete están casi vacías. Ha sido una buena noche: 147 roedores, 1470 dólares. Aparta una caja y se deja caer sobre el único sillón. Extiende los dedos, sólo cuatro, para volver a cerrarlos con fuerza. Echa la capucha hacia atrás y su cabeza se ladea hacia el grifo. Se sumerge en un chorro rosa de Red Bull helado. Sus ojos brillan como válvulas pentódicas vencidos por el sueño.
Se despierta aturdido. Las imágenes polvorientas se suceden. Oye el pitido amenazador del convoy. Se lleva las manos a los oídos. Hubo un momento en el que las luces le cegaron. Saltó cuando la rata aún humeaba, su última rata, antes de que el tren le cercenara el dedo. El ahullido humano y el estertor del pequeño mamífero al unísono, resonando todavía en su cabeza. 24 años y ya había provocado 3409 muertes. Había consumado demasiados pequeños homicidios. Una legión de roedores habían perecido flameados por una llama de acetileno inmisericorde.
Media hora después se dejaba mecer sentado en un vagón del metro. Sonreía feliz contemplando los grafitis. El trabajo bien hecho. El total exterminio de una plaga pestilente. Ya en la calle miró hacia arriba, recorriendo una a una las ventanas del rascacielos. Contó mentalmente. El ascensor subía. Planta 46. Cogió su dinero y desapareció. Sin demora, rumbo al downtown, a la tienda de empeños. El ticket estaba descolorido. Recogió sus platos y altavoces.
La luz amarilla se filtraba por la claraboya del garaje. Rebuscó entre los discos: Greed / Holy money de los Swans. Comenzó a leer: "I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked, dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix"........
Se despierta aturdido. Las imágenes polvorientas se suceden. Oye el pitido amenazador del convoy. Se lleva las manos a los oídos. Hubo un momento en el que las luces le cegaron. Saltó cuando la rata aún humeaba, su última rata, antes de que el tren le cercenara el dedo. El ahullido humano y el estertor del pequeño mamífero al unísono, resonando todavía en su cabeza. 24 años y ya había provocado 3409 muertes. Había consumado demasiados pequeños homicidios. Una legión de roedores habían perecido flameados por una llama de acetileno inmisericorde.
Media hora después se dejaba mecer sentado en un vagón del metro. Sonreía feliz contemplando los grafitis. El trabajo bien hecho. El total exterminio de una plaga pestilente. Ya en la calle miró hacia arriba, recorriendo una a una las ventanas del rascacielos. Contó mentalmente. El ascensor subía. Planta 46. Cogió su dinero y desapareció. Sin demora, rumbo al downtown, a la tienda de empeños. El ticket estaba descolorido. Recogió sus platos y altavoces.
La luz amarilla se filtraba por la claraboya del garaje. Rebuscó entre los discos: Greed / Holy money de los Swans. Comenzó a leer: "I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked, dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix"........
8 comments:
La letra de la canción es la guinda perfecta que resume todo.
Espero que no se le aparecieran todas aquellas ratas en sus pesadillas...
Me he acordado de Las ratas de Delibes.
Un beso y buen fin de semana!
Aura: lo que no sé es cómo se me ocurrió a mí lo de las ratas (por la Peste de Camus tal vez?)
Pussy: que un cuentecillo amateur le recuerde Las ratas de Delibes es un honor jeje. Un beso y buen finde también para usted.
Buenísimo!! El prota me ha recordado a Rick Deckard. Repito, BUENÍSIMO.
Lo reconozco: es la primera vez que le leo pausada y sosegadamente y me descubro ante su pluma/teclado. Chapeau, caballero.
Marisabidilla: Gracias y bienvenida!
Sr. Higro: todo un honor tenerle por aquí.
El tema es una paranoia. Y sin embargo está genialmente tratado, más incluso, formalmente es precioso, con abundancia de guiños, como el rescate de los instrumentos musicales, gracias al exterminio acetilénico. El ritmo, la longitud de las frases, el tono culto de las citas musicales, con texto en ingles. Un texto anticipatorio, sobre un mundo futuro y formas extrañas de ganarse la vida.... Te felicito, sigue con la experimentación...Es dificil hacer un texto poetico con un argumento tan sórdido.
es raro... no he podido dejar de sentir asco durante todo el cuento?... es ese uno de los sentimientos que pretendes exponer?...uff..ahora me soñaré con las ratas... mejor no haberlo leído!..
un besote!
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